El venture capital suele estar asociado al riesgo. Pero esto no impide que consiga unos resultados satisfactorios, especialmente para las empresas que reciben los fondos. Atraer a los mejores inversores es un fuerte espaldarazo para el negocio, el cual podrá crecer de forma sólida. Sin embargo, ¿cuándo se considera que se ha conseguido el éxito?
Este tipo de inversión se centra en series A o pymes en crecimiento. Su objetivo es invertir en ellas y ayudarles a desarrollarse, con lo que los inversores obtendrán una rentabilidad. Si bien no hay una fórmula mágica para obtener el éxito, se utilizan diferentes estrategias para lograrlo. Esta debe adaptarse al modelo de negocio, el sector, los competidores, al emprendedor o al momento de la economía.
Una vez desarrollada la estrategia adecuada, teniendo en cuenta los factores adecuados, la empresa recibe diferentes ayudas. La financiación es importante, ya que ayudará al negocio a seguir desarrollándose. También dispondrá de la experiencia operativa de los inversores, su conocimiento de la industria y red de contactos. Estos últimos llegan a ser más valiosos que el dinero.
Así, el valor que aportan los inversores a una empresa reside también en sus conocimientos y capacidad para hacerla crecer. Con todo esto, se trata de conseguir la mayor rentabilidad posible, por lo que se tiene un incentivo claro para hacer que el modelo de negocio funcione.
El éxito de esta práctica recae sobre el inversor o inversores y la empresa. Los primeros consiguen la rentabilidad que han estimado oportuna en relación con el capital invertido. Este es el objetivo que, en términos generales, buscan. Por tanto, deben revisar a fondo el plan de negocio, las perspectivas de futuro o el estado del sector para conseguir sus objetivos.
En cuanto a la empresa, consigue la financiación que necesita. Esta varía en función de las necesidades estimadas por la gerencia o los propietarios. Entre uno y tres millones es una cifra oportuna para una compañía en fase de crecimiento. Además, recibe apoyo directo de inversores con mayor experiencia en el mundo de los negocios. De esta forma, cometerán menores errores, ya que estarán asesorados en todo momento.
Hay que tener en cuenta que esta relación de inversión busca obtener un beneficio mutuo. Asimismo, es importante para la buena marcha de la economía. Al generar oportunidades para que empresas prometedoras crezcan, se ofrecen mejores servicios y productos a la población. En algunos casos estos pueden resultar disruptivos, por lo que marcarán un antes y un después, con los consiguientes resultados para los inversores.
El venture capital se desarrolla en la etapa de crecimiento de una empresa. En esta se llega a reestructurar la organización para que sea lo más eficiente posible. Si bien estos momentos son los que conllevan más riesgo, son los que ofrecen mayores oportunidades. Los propietarios o gerentes de la compañía estarán dispuestos a recibir ayuda y los inversores ofrecerán todo lo que tengan en su mano.
Existen tres fases principales en el desarrollo de este tipo de inversiones. La primera trata de validar la escalabiidad del modelo de negocio. El objetivo es conocer en qué consiste, puntos fuertes y débiles, probabilidades de éxito y de rentabilidad a largo plazo. Así, se reduce el riesgo inherente y se puede iniciar una estrategia para consolidar la fase de crecimiento en la que se encuentra la empresa.
La siguiente fase es la de expansión y desarrollo. El riesgo aún es elevado, por lo que hay que actuar y tomar decisiones con precaución. En estos momentos, las empresas entran por primera vez en contacto con inversores. Además, se les ofrece el acceso a profesionales del capital riesgo y sociedades gestoras.
Dentro de esta misma fase, se prestará más atención a los negocios con mayor potencial de expansión, cuya viabilidad está demostrada por su caja y que requieren de fondos para seguir expandiéndose. Este tipo de empresas son muy interesantes y el riesgo que suponen es reducido.
Por último, en la tercera fase, la de maduración y expansión internacional, las cuantías de la inversión se incrementan. Se tiene acceso a fondos de mayor tamaño, los cuales pueden llevar la empresa al panorama internacional. Sin embargo, a cambio pedirán una participación más destacada dentro de la compañía. También se llega a modificar la estructura para ganar en competitividad y adaptar el modelo de negocio a las nuevas exigencias.
En definitiva, un venture capital exitoso tiene que beneficiar tanto a la empresa como a los inversores. Ambos coinciden en querer que el negocio sea lo más próspero posible. Así, una idea buena puede desarrollarse y crecer hasta consolidarse como una marca referente dentro de un sector. Se necesitará una inyección de capital y un conocimiento de valor sólido.
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